martes

La tarde era gris, apoyaba los codos en la ventana. miraba, alienado de la multitud del café, los autos chapoteando los adoquines. definitamente, era un dia gris. gris ceniza, el único que conocía, no recordaba gris en ningún otro lado.
los paraguas pasaban violentos por la vereda, esquivando puestos, tachos, zapatos, perros... vaya a saber uno qué cosas hay en la calle. la gente estaba apurada: siempre corriendo, como si no supieran que el día siguiente iba a ser igual.
lentamente, se levanto de la mesa, dejó propina y corrió a la calle. fue entonces, cuando gritó:

¡ilusos!